El concepto de Permacultura
Fue acuñado por Bill Mollison y David Holmgren a mediados de los años 70 del siglo XX, como respuesta a la crisis ambiental que enfrentaba la sociedad moderna.
Vivimos en un mundo de riqueza sin precedentes, resultado de la cosecha de enormes depósitos de combustible fósil, creados por la tierra a lo largo de millones de años. Y hemos utilizado parte de esa riqueza para extraer recursos renovables de la Tierra a niveles insostenibles.
La mayor parte de los impactos adversos de esa cosecha excesiva se harán evidentes a medida que la disponibilidad de combustibles fósiles disminuya.
La permacultura trata de:
El diseño consciente de paisajes que imiten los patrones y relaciones encontrados en la naturaleza y que generen abundante comida, fibra y energía para proveer las necesidades de sus ocupantes, que no sobre-exploten o contaminen y que sean sostenibles a largo plazo.
Bill Mollison describió la permacultura como una respuesta “positivista” a la crisis ambiental. Esto significa tratar de lo que queremos y podemos hacer en lugar de combatir lo que no queremos o de lo que queremos que los demás cambien.
La permacultura reúne las diversas destrezas y formas de vida que se necesitan re-descubrir y desarrollar para pasar de ser consumidores dependientes a personas y comunidades responsables y productivas.
La permacultura es también una red y un movimiento mundial de personas y grupos que trabajan en países ricos y pobres de todos los continentes para mostrar y difundir soluciones de diseño permacultural.
Estos ejemplos nos inspiran y animan a actuar en nuestras propias vidas, a través de nuestros oficios, influyendo en el entorno y en la comunidad cercana.
La Permacultura se aplica en sistemas agro-pecuarios, en arquitectura y urbanismo, a las estructuras económicas y organizativas, en la educación, así como para restaurar nuestras comunidades y los sistemas naturales que son la base de la vida.
El pensamiento sistémico nos enseña a no ver las cosas como especialidades separadas, sino como elementos articulados en sistemas, atendiendo especialmente a las interrelaciones entre los diversos elementos que crean sinergias.
La Permacultura se basa en 3 PRINCIPIOS ÉTICOS:
- CUIDAR LA TIERRA
Sin un planeta viable no somos una especie viable. Los principios y estrategias permaculturales nos ofrecen distintas maneras de cubrir nuestras necesidades sin impedir que otras especies cubran las suyas. Es cuestionable la validez ética de la propiedad de la tierra y los recursos naturales que está en el centro de nuestro sistema legal.
- CUIDAR LAS PERSONAS
a medida que reducimos nuestra dependencia de la economía global y la reemplazamos con economías domésticas y locales, reducimos la demanda que mueve las desigualdades actuales.
Una manera de aplicar este principio e enfocarse en los valores y beneficios no materiales.
- CUIDAR EL FUTURO
Límites al consumo y la reproducción y redistribución de los excedentes.
En muchas sociedades agrícolas, la siembra de árboles y bosques de larga vida y valor ha sido una forma tradicional de redistribuir el tiempo y los recursos excedentes para el beneficio de generaciones futuras y de la tierra misma.
La permacultura propone:
Establecer sistemas agro-pecuarios auto-sustentables, es decir, que producen y ciclan tanta o más energía de la que consumen, y que incrementan progresivamente la fertilidad del suelo.
Estos sistemas, adaptados al clima y a los ciclos naturales y cuidando la diversidad genética estarán también cerca del lugar de consumo, por ejemplo integrados a las ciudades, incluso apoyados por los propios consumidores.
Mejorar nuestro hábitat, integrándolo a la tierra, reciclando el agua, los residuos, usando materiales saludables para nosotros y para el entorno, y energías renovables y descentralizadas. Utilizar la energía del sol de forma pasiva en nuestras casas es la forma más eficiente y barata.
Vivir de acuerdo a los ciclos de abundancia de la naturaleza. Integrar las funciones esenciales de la vida en un espacio recorrible a pié. Escala humana en la participación comunitaria, sentido de pertenencia.
Técnicas para producir alimentos en poco espacio, en la terraza o en el patio de vecinos si vives en la ciudad, para así aprender a tratar con elementos vivos, a apreciar la calidad biológica de lo que comemos, ofrecer a nuestros hijos y a nuestros mayores cosas útiles de las que ocuparse, depender menos de sistemas centralizados, ciclar nutrientes y recursos inmediatos, y liberar otras zonas de nuestro impacto.
Restaurar nuestra comunidad cercana, re-aprendiendo a compartir, a comunicarnos, a cuidarnos, a ser más conscientes y responsables, liberándonos de las esclavitudes de la sociedad de consumo.
Optar por la simplicidad en nuestro estilo de vida para así reducir nuestra huella ecológica en el globo, y dejar de apoyar al sistema consumista.
Dedicar nuestro tiempo y dinero a cosas de valor vital real, principalmente en nuestra comunidad cercana, en la salud del entorno, o en inversiones éticas…, para crear un futuro “posible”.
Es válido decir que actualmente acumular dinero, prestándolo a los bancos para inversiones indiscriminadas, no sólo no nos asegura el futuro sino que ayuda a destruirlo.
La permacultura nos enseña herramientas para trabajar a favor de las soluciones, aplicando nuestra inteligencia natural. Es muy saludable ocupar nuestro pensamiento utilizándolas, evitando contaminarlo con los medios de comunicación masivos que básicamente nos proponen el lujo y la evasión.